El 10 de julio, el doctor Damián García -Olmo, jefe de Departamento del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid) y catedrático de Cirugía de la Universidad Autónoma de Madrid (España), dictó la conferencia “Terapias con células madre para aliviar la inflamación pulmonar por COVID-19”, a los alumnos dela Facultad de Medicina Humana de la UDEP y al público interesado en el tema, que se conectaron a través de las plataformas digitales.
El experto, descubridor del primer medicamento, a nivel mundial, con células madre para tratar el síndrome de Crohn, explicó que en la mencionada terapia se trata de aprovechar las propiedades antiinflamatorias de las células madre, demostradas con otras enfermedades, como la de Crohn, para tratar pacientes con neumonías graves por el COVID-19. “En concreto usamos un tipo celular denominado células madre mesenquimales que extraemos de la grasa, aunque también se pueden extraer de la médula ósea, del cordón umbilical y prácticamente de todos los tejidos del organismo”.
Para iniciar los trabajos, contactaron a especialistas de Norteamérica y Europa para ver cómo aplicar lo que ya funcionaba en enfermos con padecimientos colorrectales; es decir, en qué momento se aplicaba (si al inicio o en la fase tardía de la enfermedad, si es que no había fibrosis), entre otros aspectos.
“En ese momento, había un gran debate, aunque poca experiencia, en base a una idea compartida por varios miembros de la comunidad científica. Encontramos también un estudio, aunque pequeño, realizado por doctores, con resultados interesantes en pacientes a los que se les aplicó células. A partir de ahí, en pleno estado de alarma en España, convocamos a la Red de Terapia Celular (TerCel) española y tuvimos la primera videoconferencia con más de treinta personas, en un momento donde estábamos aterrados por la situación de la enfermedad.”, relató el especialista.
Lo siguiente fue, ¿cómo hacer llegar estas células antinflamatorias al pulmón? “Teníamos diferentes opciones: podían nebulizarse a través del respirador pues eran enfermos muy críticos; con una intubación traqueal o una traqueotomía; nebulizarlas a través del gas que necesitábamos para mantener la función respiratoria; por vía intravenosa, que era la más cómoda y mejor. O, intentar llegar hasta la aurícula derecha mediante un catéter de cuello de ganso y prefundirla en la aurícula pulmonar principal para que hubiera mayor viabilidad celular”, explicó García-Olmo”.
Después de muchas discusiones, agrega el experto “llegamos a la conclusión que la más homogénea y viable era la intravenosa. Sobre la dosis, consideramos que 120 millones de células era un número suficiente y lo repartimos en tres dosis; luego, hicimos cambios y se colocó 1 millón por cada kilo de peso para hacerlo más homogéneo. Aún sigue en revisión”.