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Información sobre el uso de Células Madre mesenquimales en la insuficiencia respiratoria aguda mediada por COVID-19 – Sociedad Latinoamericana de Células Madres

Información sobre el uso de Células Madre mesenquimales en la insuficiencia respiratoria aguda mediada por COVID-19

La aparición del virus corona 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) a finales de 2019 en la provincia china de Hubei es ahora la causa de una pandemia mundial presente en más de 150 países. COVID-19 es una enfermedad respiratoria y la mayoría de los sujetos presentan fiebre, tos y dificultad para respirar. En un subconjunto de pacientes, COVID-19 progresa a insuficiencia respiratoria hipóxica y síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), los cuales están mediados por una inflamación generalizada y una respuesta inmune desregulada. Las células madre mesenquimales (MSC), células estromales multipotentes que median la inmunomodulación y la regeneración, podrían ser de beneficio potencial para un subconjunto de sujetos con COVID-19 con insuficiencia respiratoria aguda. En esta revisión, discutimos las características clave del brote actual de COVID-19 y la justificación de la terapia basada en MSC en este entorno, así como las limitaciones asociadas con este enfoque terapéutico.

Introducción

La enfermedad del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) coronavirus 2 (SARS-CoV-2) (COVID-19) surgió en diciembre de 2019 en Wuhan, provincia de Hubei, República Popular de China, cuando una cohorte de pacientes con neumonía de etiología desconocida se presentó a hospitales locales 1. Desde el brote inicial de COVID-19 en Wuhan, la enfermedad se ha extendido a más de 150 países con epicentros migratorios que incluyen Irán, Italia, España y la ciudad de Nueva York, EE. UU .2. Dada la incidencia generalizada de COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el brote actual como Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII) el 30 de enero de 2020, y posteriormente elevó el brote al estado de pandemia el 11 de marzo de 20203. del 1 de julio de 2020, a nivel mundial, hay alrededor de 10 millones de casos confirmados de COVID-19 y se han reportado poco más de 500,000 muertes4.

El agente causante de COVID-19, SARS-CoV-2, es un coronavirus de ARN de sentido positivo envuelto. Los coronavirus causan principalmente infecciones respiratorias e intestinales e infectan a varias especies, desde murciélagos hasta humanos. Los coronavirus pueden tener serias implicaciones para la salud pública: además de la pandemia actual de COVID-19, también han sido responsables del SARS y el síndrome respiratorio de Oriente Medio, epidemias importantes en las últimas dos décadas5. Para el brote actual de COVID-19, los pacientes iniciales que presentaron la enfermedad habían visitado un mercado local de pescado y animales salvajes en Wuhan, provincia de Hubei, China1, lo que es indicativo de una posible transmisión zoonótica, pero el mecanismo exacto que resultó en la primera infección en persona sigue siendo esquiva. Se cree que la propagación del virus entre los seres humanos se produce principalmente a través de tres mecanismos de transmisión principales: (I) transmisión por contacto, (II) transmisión por gotitas y (III) transmisión por aerosoles6. Se ha dilucidado la secuencia del genoma completo del SARS-CoV-2, y comparte una identidad de secuencia del 79,6% con el SARS-CoV, y a nivel del genoma completo es idéntico en un 96% a un coronavirus de murciélago. La entrada y la posterior infección de las células epiteliales alveolares humanas por el SARS-CoV-2 está mediada por el receptor de la enzima convertidora de angiotensina II (ACE2 )7.

Para la mayoría de los pacientes con infecciones por COVID-19, los síntomas iniciales incluyen, entre otros, fiebre, dificultad para respirar, tos y malestar general8,9. En la mayoría de los pacientes, COVID-19 se manifiesta como una enfermedad de leve a moderada y, con un tratamiento médico conservador, se espera una recuperación completa de la dolencia10,11. Sin embargo, en un subconjunto de pacientes de alto riesgo; los ancianos y aquellos con condiciones médicas subyacentes como hipertensión y diabetes, la enfermedad puede volverse crítica y se caracteriza por neumonía grave, síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) y disfunción orgánica múltiple9,12,13,14. La inflamación generalizada, el síndrome de tormenta de citocinas y una respuesta inmune desregulada median las manifestaciones clínicas graves que se observan en individuos de alto riesgo con COVID-1915,16,17. En esta cohorte, la mortalidad asociada a la enfermedad es especialmente significativa9,10.

No existe una cura conocida para COVID-19, pero dada la prevalencia de la enfermedad y la morbilidad y mortalidad asociadas, se han evaluado en entornos clínicos diversas modalidades terapéuticas que podrían ser eficaces contra COVID-19. Los agentes terapéuticos evaluados hasta ahora en pacientes con COVID-19 incluyen plasma de convalecencia18, antipalúdicos como hidroxicloroquina19 y antivirales20. También se ha considerado el uso de agentes inmunorreguladores en sujetos con COVID-1921,22,23 grave, ya que las respuestas inflamatorias desreguladas e hiperactivas tienden a ser un factor principal de mortalidad inducida por COVID-1910.

Uno de estos agentes inmunorreguladores con potencial para sujetos COVID-19 con enfermedad crítica es la célula madre mesenquimatosa (MSC).

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